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lunes, 7 de mayo de 2012

«Mi hijo no va al colegio, pero está mucho más preparado que el resto»

Artículo aparecido recientemente en el ABC. Los comentarios, como viene siendo habitual, son poco respetuosos. Sería interesante que dejarais el vuestro, deberíamos acostumbrarnos (bajo mi punto de vista) a ayudar a los medios de comunicación a crear opinión sobre nuestra opción educativa.


Alrededor de 2.000 familias en España educan a sus hijos en casa. Es el llamado «homeschooling», una opción rodeada de mitos y que, según sus defensores, da «excelentes resultados»
INMA ZAMORA @inmazamora / MADRID
Día 06/05/2012 - 06.55h

Que las pocas informaciones que nos llegan sobre el «homeschooling» (educación en casa) se reduzcan al hecho de que extravagantes celebrities, como la familia Cruise, opten por esta modalidad educativa en sustitución de la escuela tradicional hace, con toda seguridad, un flaco favor a quienes luchan por que esta alternativa se despoje de los falsos mitos que la rodean.
Alrededor de 2.000 familias españolas educan a sus hijos en casa por elección propia. No se trata de datos oficiales, sino de las estadísticas que familias y asociaciones como ALE (Asociación para la libre educación) manejan, dada su dificultad para realizar recuentos exhaustivos por problemas legales. A grandes rasgos, el «homeschooling» puede definirse como una opción cuyo objetivo básico responde a la «voluntad de educar a los hijos anteponiendo el criterio familiar más personalizado y flexible por delante de un criterio escolar único para todos». Así lo describe Carme Urpi, profesora en la Universidad de Navarra, quien subraya la necesidad de anteponer el «aprendizaje comprensivo y participativo» al «automatizado y descontextualizado» que, en su opinión, aporta el sistema educativo actual.
Las razones principales de los padres que deciden que sus hijos no asistan cada día al colegio se basan, principalmente, en una desconfianza absoluta del sistema establecido, así como en la creencia de que existen mejores formas de aprender que mediante la «mera transmisión de conocimientos» que ofrece la escuela. Consideran, además, que los niños que aprenden con este método están igual o mejor preparados que aquellos que sí reciben formación reglada.

Sin normas estrictas

Sergio educa a sus tres hijos en casa. Uno de ellos tiene seis años, los otros dos, mellizos, cuatro. «Construimos la educación a partir de juegos. Los niños se despiertan por la mañana y se ponen a jugar al ajedrez, dibujar historias, plantar hierbas o construir un ecosistema para los insectos que encontramos en el jardín. No hay normas rígidas sobre lo que deben hacer». Como explica, es a partir de la rutina diaria como surgen los temas que se tratarán en cada momento: «Si encontramos una lagartija podemos acabar hablando de dinosaurios y meteoritos con un libro entre las manos, pero no seguimos un programa definido ni un único texto de apoyo. Por ejemplo, jugamos a las matemáticas de cabeza y sin apuntar, aprendemos a identificar morfológica y sintácticamente las oraciones según hablamos...». Además, asegura que sus tres hijos hablan inglés, puesto que «lo practican a diario».
Como Sergio y su pareja, Cristina, las familias que basan la educación de sus hijos en el «homeschooling» obvian prácticamente los métodos del sistema convencional. «No creemos en la educación compartimentada en materias, ni tampoco en la evaluación por etapas, por lo que seguimos un sistema de formación contínua y transversal: aprender geometría jugando al ajedrez, mitología griega contemplando las constelaciones...».
Esta opción educativa puede ser de todo menos sencilla. Las familias que deciden educar a sus hijos en casa deben ser padres y profesores al mismo tiempo, pasar la mayor parte del día con los niños (por lo menos uno de los progenitores) y formarse de manera contínua para dar respuesta a sus necesidades. «La preparación del padre es constante. El aprendizaje por esta fórmula es un camino que maestro y alumno recorren juntos. Procuramos que el niño descubra las cosas por sí mismo, no hay estrés por cumplir fechas, por superar evaluaciones que provoquen angustia...».

«Más preparados que otros niños»

Para quienes defienden este método resulta totalmente erróneo relacionar el «homeschooling» con absentismo ecolar, con menor preparación de los menores o con padres demasiado «progres». Según Carme Urpi, este método supone lo contrario de lo que se piensa, pues da lugar a «buenos resultados académicos, a una mayor personalización del proceso de enseñanza-aprendizaje y, por tanto, a una mejor atención al alumnado». Además, opina que posiblemente el sistema pueda aumentar las posibilidades laborales de los jóvenes de cara al futuro.
Al preguntarle por las principales barreras de este sistema, Urpi puntualiza que más bien se trata de requisitos, dado que «la escuela en casa requiere una mayor implicación por parte de los padres en la educación de sus hijos. Se trata de inconvenientes que podrían reducirse con el reconocimiento necesario y el apoyo correspondiente».

Reorganizar el tiempo

Laura Mascaró es abogada y experta en «homeschooling», materia sobre la que va camino de escribir su tercer libro. Además, acaba de crear la Plataforma por la Libertad Educativa (PLE) para dar asistencia a los «homeschoolers» y negociar con las autoridades debido a la persecución a la que dice, se ven perseguidos. Es, además, madre soltera de un niño de 7 años que decidió desescolarizar a los 3. «Tengo la ventaja de trabajar por mi cuenta y organizar los horarios a mi conveniencia», asegura, aunque tanto su madre como su hermano se ocupan de su hijo mientras ella trabaja. «Casi todas las familias que deciden educar en casa tienen que reorganizar su tiempo, sus profesiones y sus finanzas».
Para ella, el hecho de que solo las familias económicamente pudientes puedan permitirse esta opción educativa es otro de los falsos mitos que rodean al «homeschooling». «Educar en casa puede resultar tan caro o tan barato como uno quiera o pueda permitirse».
Laura Mascaró no destacaría «en absoluto» nada positivo del sistema educativo actual. «En su momento, conseguir la escolarización "universal" fue un gran logro social, pero de ahí a obligar a usar ese sistema en concreto hay una gran diferencia». Carme Urpi, por su parte, considera que el sistema «requiere una mayor flexibilización que permita una atención a la diversidad más real, mayores cauces de participación de las familias y mejores en el desarrollo de la profesión docente».

Pero... ¿es legal?

En este sentido, Sergio destaca que el Ministerio de Educación brinda, desde hace años, la posibilidad de estudiar a distancia a niños con necesidades especiales, aunque el «homeschooling» se encuentra inmerso en un auténtico vacío legal. Las familias, agrupadas en asociaciones como ALE, reivindican «que se diferencie con claridad la figura de la educación en familia del mero absentismo escolar o desatención». «Otro problema es la homologación de los estudios . En la actualidad, los niños que se forman en casa no pueden obtener el título de secundaria por libre hasta los dieciocho años, dos años de desventajea en relación con los alumnos escolarizados. No creo que exista nada que justifique semejante discriminación».
«Las familias españolas que educan fuera del sistema aspiran, en general, a que se reconozca plenamente su forma de educar como una opción válida. Así se empezó en otros países hace años y la experiencia ha demostrado que no sólo no causa nigún perjuicio a los menores, sino que les coloca en posición de ventaja frente a los alumnos que siguen el sistema ordinario». No en vano, Sergio está convencido de que la educación en familia «será una realidad normalizada en España en poco tiempo, como lo es hoy la educación laica o la educación unviersitaria a distancia».
Para Carme Urpi, el único peligro que entraña esta opción es la «falta de seguridad y normalidad» de los «homeschoolers», al ser tratados «casi como delincuentes», cuando en realidad se trata de una opción legalmente reconocida en muchos países. Mascaró, por su parte, asegura que la principal consecuencia de este vacío legal es que «algunas familias se vean perseguidas por la administración» y la resolución de sus casos dependa «casi exclusivamente de los funcionarios de turno a los que les corresponda: asistentes sociales, inspectores educativos, fiscales de menores y jueces».
Laura se muestra plenamente convencida de que, hoy por hoy, el «homeschooling» es la mejor opción para su hijo si quieren vivir en España. «La crisis que vivimos no es solo económica, sino también educativa. Cuando el sistema oficial de enseñanza fracasa de un modo tan escandaloso, la obligación moral de los padres es buscar alternativas que garanticen a sus hijos la adquisición de las habilidades necesarias para la vida». Además, dice que su hijo, de 7 años, ya no quiere ir al colegio: «Sabe que existe la posibilidad de que tengamos que ir a juicio y perdamos. Ante esa tesitura, prefiere que nos vayamos a otro país antes que volver al colegio».

Preguntas y respuestas

I. ZAMORA
¿Puede perderse la custodia de los hijos? No por educar en casa. Según explica Sergio, «los jueces aprecian desamparo cuando se incumplen los deberes inherentes a la patria potestad. Entre estos deberes se encuentra procurar a los hijos una formación integral. Si un juez considera que los padres no proporcionan formación alguna a los hijos, es perfectamente razonable que se decrete esa medida».
¿Cuesta mucho dinero? Con el «homeschooling» se gasta más que con un método convencional. «Seguimos contribuyendo con nuestros impuestos al sistema oficial obligatorio, así que ese gasto no nos lo ahorramos. Además, al proponer aprendizajes basados en proyectos, los materiales son específicos de cada actividad».
¿Pueden tener los niños problemas de socialización? Para Carme Urpi, es precisamente todo lo contrario. «Muchas familias optan por la escuela en casa para una mejor socialización, ya que esta va mucho más allá del horario y entorno escolar a través del grupo de amistades, el vecindario, actividades extraescolares...»
¿A qué asignaturas se dan prioridad? «El conocimiento no se divide necesariamente en asignaturas», apunta Laura Mascaró. «A lo que se da prioridad es al desarrollo integral del niño. Para mí es más importante aprender a tomar decisiones conscientes, ser capaz de resolver problemas de un modo creativo y encontrar soluciones por uno mismo. Los idiomas, por ejemplo, se aprenden con facilidad cuando se hacen necesarios. Hay niños que aprenden japonés porque son aficionados al manga, otros inglés porque quieren ver las películas en versión original...».
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