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martes, 11 de septiembre de 2012

Niños (y padres) y educación en verde


Una de las actividades a las que empecé a prestar atención al iniciar la senda de la educación en familia fue al estudio de la naturaleza. Hasta entonces ésta estaba presente de forma lejana en mi vida cotidiana. Cuando comencé a leer sobre distintas pedagogías vi la importancia que le daban para el desarrollo integral del niño, y entonces me interesé yo también en proporcionar a los niños un rato de contacto diario con lo salvaje de la vida, lo no organizado por el ser humano, la naturaleza que nos rodea y de la que venimos como especie.

Estudiar la naturaleza con niños, ponerlos a ellos (y a nosotros los adultos) en contacto, no es algo difícil de hacer. Sólo se precisa voluntad y un lugar cercano donde iniciarse. Incluso en un caso algo extremo como el de nuestra familia, que vive en una ciudad grande, uno puede encontrar lugares cercanos donde observarla.


Lo más sencillo y recomendable suele ser el familiarizar a los niños con lo que tienen a su alrededor, en casa y en el vecindario (recomendado en la filosofía educativa de Charlotte Mason). Cerca de nosotros hay pájaros, árboles, plantas silvestres que crecen entre las aceras y los muros de algunos edificios, insectos que llegan a nuestras casas o que vemos en las visitas al parque de juegos. Los niños deberían aprender los nombres de los árboles más comunes que les rodean, de los pájaros que observan o de algunos insectos y plantas que tienen alrededor. Deberían reconocer y saber el nombre de lo más cercano.


¿Y qué se necesita para estudiar la naturaleza?

Pues quizás nada. Lo más sencillo para crear un aprecio de los niños por la naturaleza suele ser dejarles en libertad en un parque o pradera o monte, para que ellos mismos la disfruten y la descubran.

Es posible que luego llegue un momento en que el niño sienta curiosidad por saber qué insecto es este o qué árbol aquel, o qué es esto que ayer era una flor y hoy un vilano. Ahí es cuando el padre o madre puede ya comenzar a ayudar al niño a descubrir la naturaleza y a profundizar en su conocimiento.


Algunas ideas para estudiarla son estas:
  • Salir con los niños a pasear, por zonas naturales (desde un parque urbano a un parque natural, o una zona de lagunas o una elevación de terreno cercana con ínfulas de colina).
  • Se les puede proporcionar prismáticos, una lupa, un visor de insectos.
  • También varios botes con tapa o bolsas con autocierre o envases de plástico cerrados para recoger y conservar muestras que deseen ver con más detenimiento en casa. La recogida de material no debería suponer perjuicio para la planta o animal o el lugar en que estemos (podemos recoger hojas caídas de árboles, o cortar con tijeritas una muestra del árbol o una planta silvestre, intentando que se haga con el menor daño para el resto del ejemplar; recoger un insecto vivo para después dejarlo de nuevo donde lo encontramos; algunas rocas interesantes del suelo o del lecho del río).
  • Dar al niño una cámara de fotos para que fotografíe lo que le parezca interesante.
  • Llevar una guía de naturaleza para poder identificar las especies más comunes in situ.


Y, ¿qué se puede hacer en casa con el material recogido?
  • Una mesa de la naturaleza, que no ha de ser una mesa en concreto, sino un espacio donde coloquemos todo aquello que recogimos. Podría cambiarse el material en cada paseo natural o según la estación del año.
  • Tener un cuaderno con las páginas en blanco, sin rayar, que usemos como diario de naturaleza. Ahí podemos dibujar los ejemplares recogidos y anotar dónde los encontramos o hechos que hemos averiguado sobre ellos en la guía de naturaleza. Por supuesto el diario puede llevarse al paseo y dibujar allí mismo lo que nos interese. Aviso: no se necesita demasiada técnica artística para hacerlo. Es más importante lo que representa el dibujo que éste en sí mismo.
  • Leer sobre lo que hemos visto o recogido, en una guía o enciclopedia.
  • Leer a los niños libros vivos de literatura, que traten el tema de la naturaleza. Nosotros estamos ahora leyendo en voz alta La granja del cerezo, de Enid Blyton, que cuenta las andanzas de cuatro hermanos en una granja inglesa, y su encuentro con Sacolín el salvaje, que les descubre los secretos de la naturaleza que les rodea.

Para saber más: el libro Educar en verde, de Heike Freire.

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ESCRITO POR...
Maria Calderón es madre de dos hijos, de 8 y de 3 años, a los que educa en casa. Aunque su estilo educativo es ecléctico, siente una especial inclinación por la educación neoclásica, que insiste en aplicar en su hogar con su hijo mayor. Podéis leerla en su blog de educación en casa, Por el roble, el fresno y el espino.

Ha hecho una pequeña colaboración en el curso Charlotte Mason de manera fácil.
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