El homeschooling no comienza el día en que sacas los libros o preparas las primeras fichas. Comienza mucho antes, con un cambio de mentalidad.
La escuela nos marca una manera de entender la educación: horarios fijos, currículums cerrados, notas y comparaciones. Cuando decides educar en casa, lo primero que necesitas es un proceso de desescolarización mental.
Antes de correr a organizar clases, deja un tiempo para reflexionar:
- ¿Qué necesitan mis hijos?
- ¿En qué punto estamos ahora mismo?
Ese espacio de reflexión es el verdadero inicio del homeschooling.
2. La importancia de una rutina flexible |
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Uno de los errores más comunes es caer en los extremos: o vivir sin horarios ni estructura, o intentar replicar en casa el modelo escolar al milímetro.
El homeschooling no es ni caos ni control absoluto. Es rutina flexible.
- Una rutina da seguridad y marca un ritmo
- La flexibilidad permite que el aprendizaje sea natural y se adapte a la vida familiar.
Ese equilibrio es lo que hace que el homeschooling pueda mantenerse en el tiempo sin agotarte. |
3. Conectar antes que enseñar |
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Si tuviera que empezar otra vez, me enfocaría antes en conectar con mis hijos que en llenarles de contenidos.
La pregunta clave no es “¿qué asignaturas vamos a dar?” sino: 👉 ¿Qué queremos que aprendan nuestros hijos?
Queremos que aprendan a maravillarse, a ser curiosos, a valorar lo que saben y lo que aún les falta por descubrir. El conocimiento llegará, pero sin conexión, la motivación se pierde. |
4. Lo que sí funciona (y lo que no) |
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Después de años, he visto que lo que realmente funciona en homeschooling es:
✅ Establecer objetivos realistas.
✅ Entender la forma de aprender de cada hijo (no todos aprenden igual).
✅ Aceptar que es un plan a largo plazo.
Lo que no funciona:
❌ Querer lograr en un mes lo que no se ha conseguido en años.
❌ Vivir comparando a tus hijos con otros.
❌ Agobiarse con listas infinitas de recursos.
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5. Lo más importante: disfrutar del camino |
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Quizá este sea el mayor aprendizaje.
El homeschooling no va de hacerlo todo perfecto, sino de disfrutar del proceso en familia.
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En lugar de buscar el mejor material en internet, me centraría en lo que necesita mi familia.
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En lugar de saltar de un método a otro, abrazaría un homeschooling ecléctico que se adapte a nosotros, y no al revés.
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En lugar de exigirme ser “la profe ideal”, me recordaría cada día que lo más valioso es acompañar a mis hijos en este camino. |
Conclusión: este septiembre puede ser diferente |
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Si algo he aprendido en este camino es que el homeschooling no es una carrera de fondo con metas prefijadas, sino un viaje que se construye día a día.
Si tuviera que empezar de nuevo, me recordaría algo muy sencillo: no pasa nada si no lo tengo todo claro desde el primer día. Lo importante no es tener el plan perfecto, sino dar un paso cada día hacia la vida familiar y educativa que soñamos.
Al final, lo que queda no son las páginas de los cuadernos llenas ni los horarios perfectamente cumplidos, sino la conexión, los ratos de aprendizaje compartido, las conversaciones inesperadas y la certeza de que estamos creciendo juntos.
Y con eso, créeme, ya es más que suficiente. 🌿. |
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